Leandro Andrés
CEO & Co-Founder
"El mayor desafío que tenemos en la vida es descubrir lo que nos apasiona y poder transformarlo en algo central para nuestro día a día"
01-10-2020
Creo que el mayor desafío que tenemos en la vida es descubrir lo que nos apasiona y poder transformarlo en algo central para nuestro día a día. Tener todos los días la posibilidad de levantarnos para dedicarnos a algo que realmente nos entusiasma desde lo profundo es un gran logro y a su vez un enorme privilegio en el mundo de hoy.
Encontrar lo que nos apasiona requiere de mucha flexibilidad ya que lo que hoy nos motiva y entusiasma no va a ser necesariamente lo mismo que nos mueva dentro de 2, 3 o 15 años. Nuestras motivaciones van cambiando en la medida que aprendemos y conocemos nuevos aspectos tanto externos como internos de nosotros mismos.
Si logramos encontrar ese lugar, las probabilidades de tener “éxito” se multiplican. Creo que se multiplican porque el éxito en sí mismo no se trata de a dónde llegamos sino en cómo llegamos. La pasión incrementa las chances de que ese “cómo” sea un camino repleto de aprendizajes y emociones. Al final la vida se trata de eso.
En ésta nota me gustaría poder transmitir algunos aprendizajes que hacen referencia a una de las emociones que predomina mucho cuando transitamos la vida apasionadamente: la frustración.
Cuando nuestro día a día nos apasiona una de las cosas más lindas es que los logros alcanzados generan un nivel de satisfacción muy alto. Nos esforzamos tanto, dedicamos tanta energía, tiempo y voluntad que cuando llegamos a un hito que nos propusimos la alegría es ¡INMENSA!.
Como contracara de lo anterior también hay que decir que las frustraciones pegan mucho más duro. No sólo nos importa que las cosas salgan bien, sino que cada vez salgan mejor.
Es una montaña rusa de emociones constantes. Un día sentís que todo va a ser un éxito y al otro día la sensación puede ser que nada te sale bien, que tenés que cambiar de rumbo.
El problema o desafío que tenemos está en nuestra propia naturaleza ya que los seres humanos tendemos a ser más críticos y negativos que entusiastas. Está en nuestro ADN. No me voy a detener en explicar en detalle el por qué de esto, pero al final del artículo dejo videos y bibliografía donde pueden profundizar sobre el tema. El hecho de “tender al negativismo” no es una forma de decir, hay teorías muy concretas que lo avalan. Es importante ser conscientes de esto para conocernos más, entender cómo funcionamos y así tomar decisiones en el día a día que nos ayuden a vivir mejor.
Para poder avanzar y llegar lejos es fundamental la constancia sostenida en el tiempo. Por un lado, para lograr ser constantes en un período de tiempo prolongado, es muy importante lograr incrementar nuestra tolerancia a la frustración y por otro lado, conociendo nuestra naturaleza, generar mecanismos para minimizar la cantidad de veces que sentimos frustración.
No soy un experto en neurociencias ni inteligencia emocional (de hecho batallo muy fuerte con mis emociones y no puedo decir que tengo facilidad para entenderlas) pero entiendo que no podemos manejar nuestras emociones, éstas ocurren y no hay nada que podamos hacer más que escucharlas y responder a ellas. Lo que sí podemos trabajar mejor son nuestros pensamientos ya que son los que al final terminan definiendo lo que sentimos. Por esto es muy importante cuidar nuestros pensamientos y orientarlos a un lugar donde nos ayuden a vivir mejor. Tenemos que lograr ejercitar continuamente una mirada y escucha activa de nuestros propios pensamientos para poder así trabajar sobre ellos y lograr que nos potencien.
Me gustaría compartir algunas prácticas que pueden ayudar tanto a minimizar los momentos en los que sentimos frustración como también incrementar la capacidad que tenemos de superar esos momentos:
Cuando algo nos apasiona tendemos a pasar muchas horas (laborales y no laborales) pensando en eso, esto suele traer algo muy bueno con ello: NUEVAS IDEAS. Nos la pasamos pensando en todo lo que podríamos hacer, o más fuerte aún, en lo que “deberíamos estar” haciendo.
“Tenemos que mejorar nuestra forma de abordar los objetivos”; “deberíamos tener más claridad respecto a la satisfacción de nuestros clientes”; “es importante repensar nuestra imagen de marca, hoy no está representando lo que queremos ser”. Como estos pensamientos, trimestre a trimestre nos encontramos con una infinidad de iniciativas distintas. Esto muchas veces nos genera ansiedad y puede impulsar emociones que no nos ayudan a avanzar con tranquilidad y “dormir en paz”.
Toda esta creatividad nos puede traer frustración al pensar que no estamos cumpliendo, no estamos haciendo todo lo que tenemos que hacer. “Se nos están escapando temas por todos lados”, “hay muchas cosas que deberíamos hacer y nadie las está encarando”. Estos son pensamientos que inevitablemente nos llevan a frustrarnos.
Para romper con ese círculo de retroalimentación negativo se me ocurrió el concepto de “Procrastinación Proactiva”. ¿Qué significa?
Básicamente tener claridad no sólo en lo que vamos a estar haciendo en un período de tiempo determinado (puede ser trimestral) sino también en las cuestiones que deliberadamente decidimos NO TRABAJAR en ese período de tiempo. La forma de tener esa claridad puede ser tan básica como crear “un listado de cosas que NO vas a estar haciendo”. Esto es algo muy poderoso ya que elimina el pensamiento de no estar cumpliendo y estar en falta; eliminar esos pensamientos tienden a minimizar la frustración. No lo estás haciendo, y está en los planes que así sea.
Pienso que es muy importante hacer de esto una mecánica sistemática dentro de los equipos de trabajo, ya que muchas veces la sensación de frustración es algo que se conforma de manera colectiva.
Cuando de golpe surgen estas ideas o cuestiones que “sería bueno encarar” nos tenemos que preguntar si es algo no sólo importante sino también determinar la urgencia. Si es lo suficientemente urgente como para abordarlo cuanto antes, entonces deberíamos dejar de hacer cuestiones que nos habíamos propuesto hacer en ese período de tiempo para darle foco a lo nuevo que surja. Si no es urgente, lo listamos en nuestro “listado de cosas que NO vamos a estar haciendo en éste período”.
Está más que claro que tener un buen sistema de seteo y seguimiento de objetivos a nivel equipos/compañía tiene innumerables beneficios, y lógicamente es un paso fundamental en el recorrido madurativo de las empresas.
Hay miles de libros, webinars, podcasts, notas y demás contenido que hacen referencia a todas las bondades de un buen seguimiento de objetivos y cómo puede potenciar tus proyectos.
Pero, ¿Qué pasa cuando no lo hacés?
En mi opinión si no lo hacés, no sólo vas a avanzar más lento y sin rumbo sino que te vas a frustrar mucho más.
Volviendo a la naturaleza del ser humano que tiende a ser negativa y pesimista, muchas veces eso se traduce en ser por default muy críticos. Tener objetivos claros y un buen esquema de seguimiento nos empuja a hacernos un espacio para frenar y evaluar cómo venimos. Al lograr hacer estos cortes en determinado período de tiempo nos damos la posibilidad de analizar las cuestiones que hicimos bien, las que hicimos mal, las que no pudimos abordar, etc. Cuando no nos tomamos el tiempo de hacer éste ejercicio seguramente vamos a tender a hacer más foco en todo lo que “nos faltó”, dejando de lado muchas cosas que logramos con éxito. Esto último genera frustración, muchas veces sin sentido.
Hay que entender que siempre va a haber objetivos sin cumplir, de hecho si cumplís objetivos de forma sistemática y completa durante muchos períodos de tiempo seguidos, es probable que puedas estar haciendo las cosas mejor. En el mundo de hoy es importante innovar constantemente, es fundamental cambiar para adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes y buscar así diferenciales para acelerar los procesos de crecimiento. La innovación generalmente te lleva a lugares desconocidos donde es muy probable que falles en primeras instancias. Está bien, es parte del proceso.
Como dije antes, para avanzar, la perseverancia y sostenimiento de la misma a través de un período largo de tiempo, es fundamental. Una visión de largo plazo clara y que nos motive es algo que no va a minimizar la cantidad de veces que nos frustramos, pero sin duda va ayudarnos a superar los cientos de obstáculos con los que nos choquemos en el día a día.
Muchas veces nos puede pasar que la rutina nos hace olvidar hacia dónde vamos, o hasta incluso puede haber períodos de tiempo en los que la visión cambia porque el contexto cambia y con ello modificamos nuestras decisiones estratégicas de mediano y largo plazo. Es importante en esos períodos tomarse el tiempo de trabajar en redefinir esa visión compartida para volver a estar en la misma página. De esta forma vamos a colaborar mucho con nuestra capacidad de superar fracasos y mantenernos motivados para levantarnos y seguir avanzando.
Entonces para poder incrementar tu tolerancia a la frustración y minimizar los momentos en los que te sentís frustrado te dejo estos tips que a mi me sirvieron:
Que nuestras pasiones formen parte de nuestro día a día no es el camino más fácil, pero en lo personal elijo una y mil veces buscar despertarme todos los días con ganas de avanzar, con ganas de seguir creciendo haciendo lo que me gusta, lo que me apasiona. Con todo lo que ello trae.
Y mi consejo siempre va a ser desafiarnos a tener esa búsqueda de lo que realmente nos mueve. Creo que vivir alineados a eso nos hace ser más plenos y por sobre todas las cosas creo que si queremos crecer, aprender y avanzar, la mejor forma es hacerlo apasionadamente.
Videos y Libros Relacionados
Vas a recibir todas las novedades de nuestro blog 🤓